Amaxofobia es el término que se utiliza en psicología para designar el miedo persistente e irracional a conducir un vehículo. La palabra viene del griego: amaxo, que significa carruaje, y phobos, que significa miedo.
Hay que diferenciar esta fobia de la lógica preocupación cuando se conduce en circunstancias especialmente complicadas, o cuando se ha presenciado o sufrido algún accidente. Tampoco se puede hablar de amaxofobia cuando existan otros trastornos de ansiedad que pudieran justificar este miedo.
Este problema está vinculado con el Trastorno por Estrés Postraumático (TEP) o con otro tipo de fobias
relacionadas con viajes o movimientos, como el miedo a volar, por lo que puede ser muy incapacitante.

- Paralizante: aquel que impide a la persona conducir, aun en las mejores condiciones.
- Miedo ante circunstancias específicas: el miedo en este nivel responde a variables externas como la luz, la densidad de tráfico, el tipo de vía, la climatología, etc.
En proporción, el miedo paralizante supone menos del veinte por ciento del total. También se han hallado marcadas diferencias en función del sexo, siendo la proporción de mujeres que padecen esta fobia casi el doble que la de hombres.
En el caso de los hombres, el miedo paralizante se ha relacionado con edad avanzada y una merma de las capacidades físicas que les hacen sentirse inseguros.
Por parte de las mujeres, el miedo paralizante tendría que ver principalmente con circunstancias familiares que debilitarían su autoestima o con una dura experiencia inicial en relación con la conducción (Pérez Peláez, 2005).
Entre los tratamientos que han demostrado ser más efectivos destaca la técnica empleada por la psicología cognitivo-conductual.
Desde esta perspectiva se trata de comenzar por una toma de conciencia del problema por parte del paciente. Para ello los psicólogos tendrán en cuenta sus condiciones particulares. A partir de esta toma de conciencia se involucra al paciente en la planificación y la organización del trabajo necesario para la recuperación.
El siguiente paso debe ser el de potenciar la confianza y la autoestima del paciente, recuperando o aprendiendo las técnicas específicas para la conducción. Esta terapia se complementa con estrategias de afrontamiento para resolver los problemas que van a surgir, como: detención del pensamiento, autoinstrucciones, técnicas de relajación, etc.
Finalmente se lleva a cabo una exposición progresiva a la fobia, que puede comenzar por la imaginación, o bien partir de un contexto de conducción muy controlado y sencillo para ir introduciendo complejidad a medida que la persona va ganando seguridad y confianza en sí misma.