En la sociedad actual, donde las nuevas tecnologías ocupan un espacio cada vez más importante, la aplicación WhatsApp constituye un auténtico fenómeno de masas. Dicha aplicación permite enviar y recibir mensajes mediante internet, sustituyendo a los servicios tradicionales de mensajes cortos o sistemas de mensajería multimedia. Además, también ofrece otro tipo de utilidades, ya que los usuarios pueden crear grupos y enviar entre ellos un número ilimitado de imágenes, vídeos y mensajes de audio entre otras funciones. Debido a la creciente demanda de este servicio por parte de la sociedad, diversos profesionales han llamado la atención sobre los posibles riesgos que entraña un mal uso de este tipo de tecnologías. En este sentido, diversos psicólogos, entre los que destaca el catedrático de Psicología Enrique Echeburúa, consideran que el uso indebido del servicio de mensajes WhatsApp entraña ciertos riesgos que conviene conocer y tener en cuenta.
En efecto, el servicio de mensajería WhatsApp permite realizar ciertas averiguaciones de una forma muy sencilla. De este modo, cualquier usuario del servicio puede saber cuando alguno de sus contactos está en línea, el tiempo que hace que no se conecta e incluso saber a la última hora que estuvo conectado. Estas averiguaciones, aunque aparentemente inocentes, pueden resultar comprometedoras y, de hecho, es cada vez más habitual que la aplicación acabe desencadenando conflictos amorosos o malentendidos entre amigos. Sobre todo si los usuarios hacen uso de la aplicación de una forma irracional o como una herramienta de control.
Por el contrario, WhatsApp también tiene su lado bueno si se utiliza de forma racional y responsable, ya que permite comunicarse e intercambiar información de manera gratuita y rápida desde cualquier parte del mundo con tan sólo conectarse a una red wifi.
No obstante, cada vez resulta más habitual la escena de ver a una pareja o a un grupo de amigos con un refresco en una mano y con el móvil en la otra. Este es otro de los problemas de WhatsApp, dado que su mala utilización puede generar un desinterés por la vida real, constituyendo una verdadera adicción.
El Psicólogo Enrique Echeburúa pone como ejemplo de adictos a personas que son capaces de escribir multitud de mensajes entre las diez de la noche y las dos de la madrugada, lo que constituye una anomalía que altera el transcurso normal de la vida de cualquier persona que trabaje, estudie o tenga amigos y aficiones. Según este experto psicólogo, también tienen un problema de adicción aquellas personas que utilizan esta aplicación móvil para controlar, o aquellas que no son capaces de charlar con otras personas sin dejar de consultar el móvil de forma constante y respondiendo a los mensajes de forma inmediata, cualquiera que sea el escenario. Por tanto, la pérdida de control, una interferencia grave en la vida cotidiana y una dependencia constante son determinados síntomas que padecen los individuos que han pasado de ser meros usuarios de WhatsApp a sujetos aquejados por una adicción.
Entre las recomendaciones que ofrecen los Psicólogos para evitar este tipo de dependencia y adicción a la aplicación WhatsApp, destacan las siguientes:
- Poner límites horarios a la hora de utilizar la aplicación.
- En la medida de lo posible intentar no interrumpir las tareas que se están haciendo para consultar nuevos mensajes o notificaciones, de manera que la aplicación no suponga una interferencia con las actividades cotidianas del sujeto.
- En el caso de que la persona ya sea adicta, es recomendable una abstinencia de varios meses, para luego volver a aprender a utilizar la aplicación de una manera más racional.

Finalmente, señalar que debido a que la implantación de WhatsApp en nuestra sociedad es reciente, aún no hay datos de esta patología asociada al uso irracional de la aplicación. No obstante, los especialistas detallan que el porcentaje de usuarios que realizan un uso inadecuado de esta herramienta puede situarse en torno al 5 y el 9% del total de personas que usan WhatsApp.