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Estereotipos de género y discriminación

Posted on 22/08/2012 por clicpsicologos
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Los estereotipos de género constituyen un tema de actualidad y ampliamente estudiado por los psicólogos. Pueden definirse como un conjunto de creencias compartidas socialmente acerca de las características que poseen hombres y mujeres, que se suelen aplicar de forma indiscriminada a todos los miembros de uno de estos grupos.

El estereotipo femenino suele estar compuesto por creencias tales como que las mujeres son emocionales, débiles, sumisas, dependientes, comprensivas, cariñosas y sensibles a las necesidades de los demás. No obstante, esto no quiere decir que en realidad lo sean, tan sólo que tienden a ser percibidas de este modo. Por otra parte, según el estereotipo masculino, los hombres son duros, atléticos, dominantes, egoístas, agresivos, competitivos y con tendencia al liderazgo. Sin embargo, esto tampoco se corresponde necesariamente con la realidad, sino que se trata de una percepción generalizada.

Algunas explicaciones sobre el origen de los estereotipos de género destacan su importante función de justificación y mantenimiento del status quo. Por tanto los estereotipos sirven para regular la sociedad y asignar a cada miembro de ella su papel, contribuyendo a mantener el status quo y las relaciones de poder.

Asimismo, los estereotipos de género responden a la necesidad de encontrar una explicación psicológica a los hechos sociales. De este modo, se tiende a racionalizar las relaciones injustas entre hombres y mujeres aludiendo a diferencias en determinadas características que conforman el estereotipo, justificando con ello la existencia de las conductas discriminatorias. Por ejemplo ante la pregunta “¿Por qué hay tan pocas mujeres directivas?, una posible respuesta estereotipada sería la siguiente: “porque carecen de las cualidades que se requieren para desempeñar estos puestos”.

Los estereotipos de género, al igual que el resto de los estereotipos, simplifican el procesamiento de la información a través de la categorización, lo que posibilita una evaluación rápida sobre una persona, grupo o situación. Sin embargo, y aunque este aspecto pudiera parecer positivo a simple vista, lo cierto es que el hecho de no tener en cuenta las características individuales suele derivar en interpretaciones sesgadas e imprecisas, dando lugar a situaciones extremadamente negativas en las que se justifican y legitiman actitudes discriminatorias y sexistas hacia las mujeres.

Por último destacar que los estereotipos de género también actúan en detrimento de los hombres, si bien su impacto suele ser menor, debido sobre todo a la tendencia estereotipada de atribuir a las mujeres un papel subordinado en la sociedad, que ha ocasionado que sean objeto de discriminación en mayor medida.

Publicado en psicólogo | Etiquetado clicpsicologos, creencias, estereotipo femenino, estereotipo masculino, estereotipos de género, hombres, liderazgo, mujeres, procesamiento de la información, psicologia, psicólogo, psicólogo en internet, Psicólogo Online, psicólogos, terapia | 2 Respuestas

La disonancia cognitiva, una fuente de malestar psicológico

Posted on 20/05/2012 por clicpsicologos
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La teoría de la Disonancia Cognitiva fue enunciada por Leon Festinger en 1957, considerándose desde entonces una de las más importantes y de mayor aplicación dentro del campo de la Psicología Social. Según reveló el propio Festinger, fueron los resultados de otros autores que investigaban sobre los rumores los que le llevaron a la idea que supuso el eje central en todo el desarrollo posterior de su teoría, es decir, que las personas necesitan una justificación de sus creencias y de su conducta.

La teoría de Festinger supuso un gran acontecimiento para los psicólogos del momento, ya que rebatió algunos de los principios fundamentales del conductismo, poniendo en duda la utilidad del refuerzo para modificar las actitudes. Además fue una teoría muy novedosa, al formular una serie de postulados apoyados en una cuidadosa experimentación, que demostraron cómo la conducta cambia las creencias y las actitudes.

El postulado principal de la teoría es que el ser humano procura lograr que su conducta sea coherente con sus creencias y actitudes. De hecho, ese deseo de coherencia es una de las principales motivaciones humanas, equiparable al hambre o a la frustración, originándose cuando existen cogniciones que no concuerdan entre sí.

La Teoría de la disonancia cognitiva se basa en dos hipótesis básicas, que son las siguientes:

  • La disonancia es psicológicamente incómoda, por lo que la persona trata de reducirla y de lograr la consonancia.
  • Cuando la disonancia está presente, además de intentar reducirla, la persona evita activamente las situaciones e informaciones que podrían aumentarla.

Conceptualmente, la disonancia se puede definir como una experiencia psicológicamente desagradable, que va acompañada de cierta ansiedad e inquietud, y que está provocada por la inconsistencia entre cogniciones.

La idea de cognición a la que alude Festinger en su teoría es muy amplia, entendiéndose como tal, cualquier conocimiento, opinión o creencia sobre el medio, sobre uno mismo, o sobre la propia conducta. De este modo, se considera cualquier elemento de cognición, tanto lo que una persona sabe sobre sí misma, como percepciones, actitudes, creencias o sentimientos sobre el entorno físico o sobre otras personas o grupos. Precisamente es esa generalidad en el planteamiento de la teoría lo que ha hecho que sea aplicable a muchos de los tópicos de los que se ocupa la Psicología y que implican procesos relacionados con cognición, motivación y emoción.

Los elementos de cognición sobre los que se articula la teoría se refieren siempre a aspectos que reflejan realidades físicas, sociales o psicológicas. No obstante, hay que hacer hincapié en que se trata de una visión de la realidad subjetiva y propia de cada persona. En este sentido, la persona puede vivir el contenido de esas cogniciones como real, aunque objetivamente no lo sea.

La disonancia puede surgir por múltiples causas. Una de ellas es la inconsistencia lógica entre creencias porque son contradictorias. Por ejemplo, en aquellas ocasiones en que una persona contrapone las ideas sobre el origen del mundo descritas en la Biblia con las procedentes de las teorías de la evolución. Otra causa frecuente de la disonancia tiene su origen en convencionalismos sociales. Ese sería el caso de una persona que asiste con ropa inadecuada a una recepción en la se exige traje de gala. Dado que su conducta no es consonante con lo que la cultura ha determinado como conveniente en esa situación, es fácil que experimente disonancia. Asimismo, cada vez que una persona actúa en contra de actitudes previas, lo común es que experimente disonancia, como en el caso de una persona que se considera ecologista y no recicla los desperdicios.

La magnitud de la disonancia o, lo que es lo mismo, el mayor o menor grado de malestar psicológico, depende de la relación entre diferentes cogniciones. Que esa relación entre elementos de conocimiento sea más o menos disonante viene determinado, fundamentalmente, por dos factores:

  • La proporción de cogniciones disonantes en relación con las cogniciones consonantes.
  • La importancia de cada una de esas cogniciones para la persona.

Como ya se ha mencionado anteriormente, una vez que ha aparecido la disonancia, la persona intentará reducirla para recuperar el bienestar psicológico. La motivación para reducir la disonancia va a depender de la intensidad con la que se manifieste. De este modo, cuanto mayor sea el malestar psicológico, mayor será el empeño en disminuir esa incomodidad.

De entre todas las alternativas existentes para reducir la disonancia cognitiva, el ser humano tiende a escoger aquella que personalmente le resulta más sencilla y eficaz en un determinado momento. En general dichas alternativas son las siguientes:

  • Eliminar cogniciones disonantes.
  • Añadir cogniciones consonantes.
  • Reducir la importancia de las cogniciones disonantes.
  • Aumentar la importancia de las cogniciones consonantes.

Que los seres humanos cambien unos elementos u otros depende de la resistencia al cambio de cada uno de ellos. El factor más importante para la resistencia al cambio es que la cognición se corresponda con la realidad, ya que resulta muy difícil modificar creencias que surgen de la evidencia o que se relacionan con el ambiente, cuando la realidad es clara e inequívoca.

La Teoría de la disonancia cognitiva está muy influenciada por los factores socioculturales. De hecho, en muchas ocasiones, la realidad no es una verdad clara, sino que se trata de algún asunto establecido socialmente y por común acuerdo con otras personas. En este tipo de situaciones, encontrar a otras personas que apoyen las nuevas cogniciones puede ser una forma de reducir la disonancia. Por ejemplo, tomando el caso de una persona que deja de creer en las consignas del líder de su partido y modifica sus convicciones respecto a la capacitación de ese individuo para ejercer su puesto. Si esa persona encuentra otros miembros del partido que apoyen ese cambio en sus opiniones sobre el líder, le será más fácil reducir la disonancia producida por su cambio de actitud.

En aquellas ocasiones en que la disonancia se produce como resultado de haber realizado una conducta contraria a una determinada actitud, modificar esa conducta es la forma más eficaz de reducir la disonancia. No obstante hay una serie de circunstancias que dificultan el cambio de acciones, entre las que destacan las siguientes:

  • Cuando modificar la acción genera algún tipo de pérdida. Un ejemplo sería el caso de un empleado de una empresa que realiza un exceso de llamadas telefónicas privadas. La disonancia surge de su conciencia de cometer una acción poco ética que puede costarle el empleo y de su constatación de que se está beneficiando y ahorrando una suma de dinero. En un caso así, la resistencia al cambio se explica por la magnitud de la pérdida que dicho cambio provocaría.
  • Cuando la conducta es muy satisfactoria, y lo sería plenamente de no ser por la disonancia. Un ejemplo sería el de un ludópata que obtiene una gran satisfacción cuando la conducta está presente, aunque le provoque disonancia el tener que afrontar las consecuencias que le acarrea el juego.
  • Cuando el cambio es imposible, por tratarse de conductas que la persona no tiene en su repertorio de habilidades o porque las conductas no se hallan bajo el control voluntario del sujeto.

Finalmente, se puede afirmar que, en determinadas ocasiones, el malestar psicológico producido por la disonancia cognitiva requiere la intervención del psicólogo. En estos casos, el profesional ayuda a detectar la disonancia cognitiva y proporciona habilidades necesarias para que el sujeto deje de actuar en base a este fenómeno y comience a tomar las riendas de su propia vida.

 

 

 

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El sexo, influencia de los procesos cognitivos y afectivos en la sexualidad humana

Posted on 18/05/2012 por clicpsicologos
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A la hora de analizar la sexualidad humana, los psicólogos han mostrado  un gran interés por comprender mejor aquellas dimensiones que dependen exclusivamente del individuo o la persona concreta. De hecho, se dan toda una serie de procesos internos individuales que mediatizan la vivencia y el comportamiento sexual de cada persona. Dichos procesos son fundamentalmente los fisiológicos, afectivos y cognitivos, que posibilitan que cada persona desarrolle su forma particular y única de vivir la sexualidad. En este artículo, se hace referencia únicamente a los procesos afectivos y cognitivos que se relacionan con la sexualidad y el sexo, ya que dichos componentes son los que tienen una mayor carga psicológica.

Desde muy temprano, los niños aprenden a responder afectiva o emocionalmente de forma positiva o negativa ante los estímulos sexuales. En términos generales este aprendizaje conduce a que el individuo frente a determinados estímulos sexuales se sienta a gusto, los sienta deseables y placenteros, y por tanto, realice una evaluación positiva de ellos, o por el contrario, que dichos estímulos hagan que el sujeto se sienta mal, sienta que son peligrosos o amenazantes, y ello le lleve a hacer una evaluación negativa de tales estímulos.

La consecuencia lógica que se deriva de ello es que dependiendo del grado en que dicha respuesta emocional tenga una valencia positiva o negativa, el sujeto acepte los estímulos sexuales, e incluso busque la aproximación a ellos de forma activa, o en el caso opuesto, que los rechace e intente evitarlos a toda costa.

Asimismo se debe tener en cuenta que la conducta sexual, las fantasías y los pensamientos sexuales, siempre tienen un impacto emocional en el sujeto. De hecho, este puede sentirse avergonzado, culpable, etc, o puede sentirse relajado y encontrar la situación como agradable y placentera. En realidad, tal y como afirmó Fisher, estos diferentes resultados pueden depender de múltiples factores, pero, de cualquier forma, las consecuencias emocionales siempre afectarán en algún grado la forma en que el sujeto se enfrente posteriormente ante estímulos o situaciones sexuales similares.

Por otra parte, el hecho de que la sexualidad y las formas concretas que puede adoptar están mediatizadas por otros proceso de cariz más interpersonal es algo reiteradamente constatado. Por citar algunos de los que hacen una referencia más clara a la sexualidad, la atracción erótica es uno de los inductores más evidentes de la motivación sexual, que lleva al individuo a buscar el contacto sexual con el objeto de atracción, o al menos a fantasear acerca de ello.

En el fenómeno del enamoramiento, como mantienen diversos psicólogos, el acto sexual puede representar para la persona enamorada el símbolo de la consecución de la reciprocidad, del amor correspondido, que en último término es el mayor de los deseos.

En cuanto al sentimiento de intimidad con la pareja sexual, éste conduce a las personas a buscar la proximidad tanto emocional como física, contexto éste en el que la relación sexual se convierte en una de las formas de relacionarse más especiales e íntimas.

Obviamente, estos procesos afectivos pueden hallarse presentes, en mayor o menor grado, de forma conjunta en una misma persona, pero cuando no es así, se puede pensar que la vivencia de la sexualidad no será igual cuando se accede a las relaciones sexuales desde la atracción, desde el enamoramiento, o desde la intimidad relacional.

Considerar, por tanto, estos diferentes procesos afectivos asociados a la vivencia sexual, se convierte en un elemento imprescindible para entenderla y comprenderla en mayor medida.

Por otra parte y con referencia a los procesos cognitivos y su influencia en la dimensión de la sexualidad, se puede afirmar que también constituyen un mediador decisivo de la vivencia sexual. A través de ellos, el sujeto construye el conocimiento de la realidad y la interpreta de un modo u otro, en función de ese conocimiento. Así, la forma en que el sujeto se acerca al conocimiento de la realidad, la información que posee, sus creencias, expectativas y fantasías acerca de la sexualidad, van a jugar un papel determinante en su vida sexual.

Las capacidades mentales y los intereses de los individuos cambian en relación con la edad, y ello conlleva diferentes formas de comprender y encarar los eventos y los acontecimientos sexuales. De este modo, desde el típico razonamiento transductivo desde el que opera un niño, hasta el razonamiento hipotético – deductivo que puede utilizar un adolescente o adulto, en el que se contemplan hipótesis y posibilidades, además de la realidad concreta, se puede pensar en las múltiples y diferentes formas de conocer, comprender e interpretar los hechos sexuales.

El grado de información que se posee acerca de la sexualidad, el sistema de creencias y valores del sujeto, etc., ya suponen una forma específica de vivenciar subjetivamente la sexualidad. Pero, además, numerosos trabajos e investigaciones han venido demostrando el importante impacto que estos procesos tienen respecto a los comportamientos sexuales. En este sentido, resulta claro que el tipo de creencias, la información, las actitudes y las expectativas, pueden determinar el acercamiento o la evitación de determinados estímulos o situaciones sexuales, y asimismo, los resultados o consecuencias de la conducta cuando ésta se pone de manifiesto.

En relación con lo anterior, se ha constatado que las personas, además de aprender a comportarse sexualmente, aprenden también a dar un significado sexual a determinados estímulos externos, y a identificar y dar también un significado erótico a determinados estímulos internos tales como la activación o excitación fisiológica. Todo ello, obviamente, forma parte del mundo cognitivo de las personas.

Por último, a la hora de abordar la dimensión cognitiva de la sexualidad, es obligado hacer referencia a las fantasías y a la imaginación. En efecto, como afirman los psicólogos, el ser humano tiene la posibilidad de recrear situaciones o sucesos pasados, así como anticipar sucesos futuros o crear situaciones nuevas a través de la fantasía y la imaginación.

Entre otras funciones, y en lo que se refiere a la vivencia sexual, las fantasías tienen un importante efecto motivacional, en el sentido de que su contenido puede inhibir o potenciar la excitación y la conducta sexual. De hecho, algunos autores consideran que determinados estímulos externos, como las palabras, las imágenes fotográficas o las películas, entre otros muchos elementos, pueden conducir a la activación y excitación sexual a través de las fantasías generadas por el sujeto, que actuarían como un mediador entre el estímulo inicial y la respuesta sexual.

Una vez considerados los diferentes procesos internos que, a nivel individual, mediatizan la vivencia sexual, se debe puntualizar que entre dichos procesos existe una mutua y continua interrelación, de manera que cada uno de ellos se ve afectado y afecta a todos los demás. Es esta interrelación, en último término, la que marca las diferencias entre las vivencias y experiencias sexuales de cada individuo. Finalmente, y sin perder de vista la condición de los seres humanos como biológicamente sexuados, ni la influencia de los contextos socioculturales e interpersonales en el que se desarrollan, se puede concluir afirmando que la sexualidad adopta diferentes fines y destinos para cada persona.

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