El Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) también denominado Borderline, se define fundamentalmente como un desorden de la personalidad caracterizado por inestabilidad emocional, pensamiento extremadamente polarizado y dicotómico y relaciones interpersonales caóticas. El perfil global del trastorno también incluye una inestabilidad generalizada del estado de ánimo, de la autoimagen y de la conducta, así como del sentido de identidad. Este trastorno se incluye en el DSM-IV dentro del grupo de trastornos de la personalidad denominados dramático – emocionales, siendo el más común de los trastornos de la personalidad.
El origen del TLP suele atribuirse fundamentalmente a causas genéticas y relacionadas con la producción de serotonina, es decir, la hormona del placer en el cerebro. No obstante, los factores culturales y sociales también juegan un importante papel a la hora de determinar la personalidad y comportamiento de este tipo de sujetos.
Los sujetos que padecen este trastorno suelen ser muy sensibles a las circunstancias ambientales, experimentando intensos temores a ser abandonados. Esta situación está relacionada con su falta de tolerancia a la soledad, mostrando un deseo extremo de estar acompañados. Estos individuos muestran fuertes reacciones ante una separación temporal o ante cambios inesperados en los planes. De hecho, este tipo de reacciones pueden llegar a ser extremas y autodestructivas, llevando a comportamientos tales como autolesiones e intentos de suicidio. No obstante, y a diferencia de los que sucede con las personas que tienen depresión, las personas con TLP suelen tener más actos de tipo parasuicida y autolesiones y menos intentos graves de suicidio. De manera que juegan más con este tipo de conductas de forma que suelen aparecer como llamadas de atención o manipulaciones, lo cual no significa que no hayan de ser tenidas en cuenta y ser abordadas lo antes posible en la terapia. Con frecuencia, estos comportamientos se muestran por los temores de separación característicos de este trastorno, o en situaciones en las que se desprenda la expectativa de verse obligados a asumir una mayor responsabilidad.
Las personas que presentan un TLP tienden a presentar un patrón de relaciones marcadamente inestables e intensas, con frecuentes idealizaciones en los momentos iniciales, lo que les lleva a compartir rápidamente sus intimidades con otras personas. Sin embargo, este comportamiento no es mantenido en el tiempo, y en múltiples ocasiones se produce un giro radical hacia la devaluación del sujeto, sobre todo cuando consideran que éste no les da todo el tiempo, atención y afecto que merecen. De este modo, sus interacciones están marcadas por la posibilidad de recibir del otro y cuando alguna de sus expectativas es incumplida, pasan del ensalzamiento al ataque cruel del sujeto elegido. Por consiguiente en la mayor parte de las relaciones que establecen los sujetos con TLP, subyace un comportamiento manipulador.
Otra de las características del TLP es la tendencia a presentar cambios bruscos en la autoimagen, así como impulsividad en áreas potencialmente peligrosas, tales como consumo de sustancias estupefacientes, prácticas sexuales de riesgo, conducción temeraria, juego…
Los sujetos con TLP también suelen expresar una alta reactividad en su estado de ánimo, sobre todo frente al estrés interpersonal, teniendo con frecuencia problemas para controlar sus expresiones. Dicho estado de ánimo puede ser interrumpido por períodos de ira, desesperación o angustia, a los que se suma un sentimiento crónico de vacío, así como de maldad y culpa por sus expresiones. Durante los períodos de estrés extremo pueden presentar ideaciones paranoides transitorias o síntomas disociativos, sin que sean merecedores de diagnóstico adicional. Así mismo, algunos sujetos incluidos en este trastorno pueden presentar síntomas característicos de las Psicosis, entre los que destacan las alucinaciones.
El Trastorno Límite de Personalidad es más frecuente en mujeres que en hombres y suele manifestarse al inicio de la edad adulta, cursando con un patrón de inestabilidad crónica en ese momento, con episodios de grave descontrol afectivo e impulsividad, y alta frecuencia de uso de los servicios sociales y de salud. Por lo general, las conductas más graves asociadas a este trastorno, como los intentos de suicidio y conductas autolesivas, tienden a desaparecer con la edad y las personas con TLP van logrando una mayor estabilidad en sus relaciones sociales y ámbito laboral en torno a la cuarta y quinta décadas de la vida. En este sentido, el TLP constiuye un trastorno complejo y difícil de abordar a nivel terapéutico, siendo las siguientes modalidades terapéuticas las más utilizadas y las que han ofrecido resultados más esperanzadores: Psicoterapia, Terapia Cognitivo – Conductual, Terapia Dialéctico – Conductual, Psicoanálisis, Terapia Cognitivo – analítica y la combinación de Psicoterapia y Farmacoterapia.
Para finalizar y a modo de curiosidad, destacar que diversos analistas, entre los que destaca el Psicólogo Borwin Bandelow hallaron rasgos de TLP en diversos personajes históricos y personalidades a partir del estudio de sus datos biográficos. En efecto, personajes tales como César Borgia, Jim Morrison, Juana de Arco, Sid Vicious y Diana Spencer, entre otros, presentaban según estos autores, características propias del Trastorno Límite de la Personalidad.