La teoría de la Disonancia Cognitiva fue enunciada por Leon Festinger en 1957, considerándose desde entonces una de las más importantes y de mayor aplicación dentro del campo de la Psicología Social. Según reveló el propio Festinger, fueron los resultados de otros autores que investigaban sobre los rumores los que le llevaron a la idea que supuso el eje central en todo el desarrollo posterior de su teoría, es decir, que las personas necesitan una justificación de sus creencias y de su conducta.
La teoría de Festinger supuso un gran acontecimiento para los psicólogos del momento, ya que rebatió algunos de los principios fundamentales del conductismo, poniendo en duda la utilidad del refuerzo para modificar las actitudes. Además fue una teoría muy novedosa, al formular una serie de postulados apoyados en una cuidadosa experimentación, que demostraron cómo la conducta cambia las creencias y las actitudes.
El postulado principal de la teoría es que el ser humano procura lograr que su conducta sea coherente con sus creencias y actitudes. De hecho, ese deseo de coherencia es una de las principales motivaciones humanas, equiparable al hambre o a la frustración, originándose cuando existen cogniciones que no concuerdan entre sí.
La Teoría de la disonancia cognitiva se basa en dos hipótesis básicas, que son las siguientes:
- La disonancia es psicológicamente incómoda, por lo que la persona trata de reducirla y de lograr la consonancia.
- Cuando la disonancia está presente, además de intentar reducirla, la persona evita activamente las situaciones e informaciones que podrían aumentarla.
Conceptualmente, la disonancia se puede definir como una experiencia psicológicamente desagradable, que va acompañada de cierta ansiedad e inquietud, y que está provocada por la inconsistencia entre cogniciones.
La idea de cognición a la que alude Festinger en su teoría es muy amplia, entendiéndose como tal, cualquier conocimiento, opinión o creencia sobre el medio, sobre uno mismo, o sobre la propia conducta. De este modo, se considera cualquier elemento de cognición, tanto lo que una persona sabe sobre sí misma, como percepciones, actitudes, creencias o sentimientos sobre el entorno físico o sobre otras personas o grupos. Precisamente es esa generalidad en el planteamiento de la teoría lo que ha hecho que sea aplicable a muchos de los tópicos de los que se ocupa la Psicología y que implican procesos relacionados con cognición, motivación y emoción.
Los elementos de cognición sobre los que se articula la teoría se refieren siempre a aspectos que reflejan realidades físicas, sociales o psicológicas. No obstante, hay que hacer hincapié en que se trata de una visión de la realidad subjetiva y propia de cada persona. En este sentido, la persona puede vivir el contenido de esas cogniciones como real, aunque objetivamente no lo sea.
La disonancia puede surgir por múltiples causas. Una de ellas es la inconsistencia lógica entre creencias porque son contradictorias. Por ejemplo, en aquellas ocasiones en que una persona contrapone las ideas sobre el origen del mundo descritas en la Biblia con las procedentes de las teorías de la evolución. Otra causa frecuente de la disonancia tiene su origen en convencionalismos sociales. Ese sería el caso de una persona que asiste con ropa inadecuada a una recepción en la se exige traje de gala. Dado que su conducta no es consonante con lo que la cultura ha determinado como conveniente en esa situación, es fácil que experimente disonancia. Asimismo, cada vez que una persona actúa en contra de actitudes previas, lo común es que experimente disonancia, como en el caso de una persona que se considera ecologista y no recicla los desperdicios.
La magnitud de la disonancia o, lo que es lo mismo, el mayor o menor grado de malestar psicológico, depende de la relación entre diferentes cogniciones. Que esa relación entre elementos de conocimiento sea más o menos disonante viene determinado, fundamentalmente, por dos factores:
- La proporción de cogniciones disonantes en relación con las cogniciones consonantes.
- La importancia de cada una de esas cogniciones para la persona.
Como ya se ha mencionado anteriormente, una vez que ha aparecido la disonancia, la persona intentará reducirla para recuperar el bienestar psicológico. La motivación para reducir la disonancia va a depender de la intensidad con la que se manifieste. De este modo, cuanto mayor sea el malestar psicológico, mayor será el empeño en disminuir esa incomodidad.
De entre todas las alternativas existentes para reducir la disonancia cognitiva, el ser humano tiende a escoger aquella que personalmente le resulta más sencilla y eficaz en un determinado momento. En general dichas alternativas son las siguientes:
- Eliminar cogniciones disonantes.
- Añadir cogniciones consonantes.
- Reducir la importancia de las cogniciones disonantes.
- Aumentar la importancia de las cogniciones consonantes.
Que los seres humanos cambien unos elementos u otros depende de la resistencia al cambio de cada uno de ellos. El factor más importante para la resistencia al cambio es que la cognición se corresponda con la realidad, ya que resulta muy difícil modificar creencias que surgen de la evidencia o que se relacionan con el ambiente, cuando la realidad es clara e inequívoca.
La Teoría de la disonancia cognitiva está muy influenciada por los factores socioculturales. De hecho, en muchas ocasiones, la realidad no es una verdad clara, sino que se trata de algún asunto establecido socialmente y por común acuerdo con otras personas. En este tipo de situaciones, encontrar a otras personas que apoyen las nuevas cogniciones puede ser una forma de reducir la disonancia. Por ejemplo, tomando el caso de una persona que deja de creer en las consignas del líder de su partido y modifica sus convicciones respecto a la capacitación de ese individuo para ejercer su puesto. Si esa persona encuentra otros miembros del partido que apoyen ese cambio en sus opiniones sobre el líder, le será más fácil reducir la disonancia producida por su cambio de actitud.
En aquellas ocasiones en que la disonancia se produce como resultado de haber realizado una conducta contraria a una determinada actitud, modificar esa conducta es la forma más eficaz de reducir la disonancia. No obstante hay una serie de circunstancias que dificultan el cambio de acciones, entre las que destacan las siguientes:
- Cuando modificar la acción genera algún tipo de pérdida. Un ejemplo sería el caso de un empleado de una empresa que realiza un exceso de llamadas telefónicas privadas. La disonancia surge de su conciencia de cometer una acción poco ética que puede costarle el empleo y de su constatación de que se está beneficiando y ahorrando una suma de dinero. En un caso así, la resistencia al cambio se explica por la magnitud de la pérdida que dicho cambio provocaría.
- Cuando la conducta es muy satisfactoria, y lo sería plenamente de no ser por la disonancia. Un ejemplo sería el de un ludópata que obtiene una gran satisfacción cuando la conducta está presente, aunque le provoque disonancia el tener que afrontar las consecuencias que le acarrea el juego.
- Cuando el cambio es imposible, por tratarse de conductas que la persona no tiene en su repertorio de habilidades o porque las conductas no se hallan bajo el control voluntario del sujeto.
Finalmente, se puede afirmar que, en determinadas ocasiones, el malestar psicológico producido por la disonancia cognitiva requiere la intervención del psicólogo. En estos casos, el profesional ayuda a detectar la disonancia cognitiva y proporciona habilidades necesarias para que el sujeto deje de actuar en base a este fenómeno y comience a tomar las riendas de su propia vida.