ClicPsicologos

Ataque de pánico o ansiedad

Definición


Se trata de un trastorno de ansiedad que puede surgir a partir de una fobia o bien originarla debido al miedo y la sensación de muerte inminente que provoca en quienes lo padecen. Sus síntomas surgen de forma repentina como: sensación de ahogo; palpitaciones; sudoración, y un estado de activación general inesperado. Debido a su intensidad se suele confundir con un ataque cardíaco y lleva a los servicios de urgencia a quienes lo padecen en busca de un problema fisiológico, aunque la causa es puramente psicológica.

La sensación es tan aterradora que una sola crisis puede afectar todos los ámbitos de la vida de una persona por el miedo a volver a pasar por esa experiencia. Lo que se conoce como miedo al miedo.

En el mejor de los casos el afectado lo puede tomar como una advertencia del organismo, que se está viendo sometido a mucha presión, estrés, mala alimentación y malos hábitos de sueño (características del ritmo de vida actual). Y puede actuar en consecuencia mejorando sus hábitos de vida y/o acudiendo a un profesional que le ayude a planificar la intervención, analizar el problema y soluciones, entender lo que pasa, entrenar en relajación, etc.

Sin embargo, la opción más habitual después del primer susto es preocuparse pero no poner remedio. Buscar una explicación propia sin entender el problema, enfadarse o deprimirse y evitar las actividades que se cree que provocaron la crisis. En ocasiones la situación se complica con fobias como la agorafobia y la persona se recluye en casa por miedo a sufrir un nuevo ataque en público, perder el control, volverse loco, o morir. La misma ansiedad que le produce este miedo puede provocar la crisis, ya que cualquier ligera sensación puede ser interpretada como el inicio de la misma y disparar la activación fisiológica que irá creciendo en intensidad hasta provocar un nuevo ataque.

Tratamiento


Como se ha dicho es útil considerar la crisis como un "aviso" del organismo y revisar los hábitos de vida. También es recomendable, sobre todo a ciertas edades, someterse a una revisión médica para descartar afecciones orgánicas que pudieran favorecer estas crisis, como la hipertensión o problemas endocrinos.

Se debe racionalizar, comprender y normalizar el hecho de haber sufrido un ataque de pánico. Tratar de evitar la presión, el estrés y los excitantes, pero sobre todo los pensamientos recurrentes sobre la inmediatez y la impredecibilidad de la crisis, ya que suelen ser la mecha con la que se inician las mismas.

Una vez que se inicia el proceso y se comienza a sentir la activación y el miedo es posible detenerlo, aunque se hace más difícil según aumenta la intensidad. En estos casos hay que procurar respirar correctamente para evitar hiperventilar (tomar aire por la nariz, mantener dos segundos y expulsar lentamente por la boca), y redirigir la atención hacia cualquier otro lugar evitando pensar en desenlace temido.

Tras un ataque nunca hay que mortificarse, enfadarse o deprimirse, sino que debe tomarse como algo esperable y evitable. En cualquier caso, la ayuda del psicólogo es esencial para entender el proceso y proporcionar las técnicas más eficaces para evitar estos ataques y los procedimientos desadaptativos a los que dan lugar, con garantías. Además de liberar al sujeto de su miedo, estas técnicas ayudan a mejorar la salud y la calidad de vida.